lunes, 10 de octubre de 2011

Pigmeos (África)

Los pueblos “pigmeos” de África central son tradicionalmente cazadores-recolectores que viven en la selva tropical a lo ancho de la región.
El término “pigmeo” ha adquirido una connotación negativa. Sin embargo, algunos grupos indígenas lo han reclamado como término de identidad.
A pesar de ello, ante todo, estas comunidades se identifican a sí mismas como “pueblos del la selva”, debido a la importancia fundamental de la selva para su cultura, sus medios de subsistencia y su historia.
Cada pueblo es distinto, como los twa, aka, baka y mbuti, que viven en toda África central, incluyendo la República Centroafricana, la República Democrática del Congo (DRC), Ruanda, Uganda y Camerún. 

Los distintos grupos tienen lenguas y tradiciones de caza diferentes. Aunque cada comunidad se enfrenta a amenazas y retos diferentes, para muchos de ellos los principales problemas son el racismo, la tala y la conservación medioambiental. Todos éstos generan serios problemas de salud y abusos violentos.
Cálculos recientes estiman que la población de los pueblos “pigmeos” alcanza aproximadamente el medio millón de personas.
La vida en la selva
Su profunda conexión con las selvas donde viven y que han venerado y protegido desde hace generaciones es un elemento central de la identidad de estos pueblos.
Jengi, el espíritu del bosque, es una de las pocas palabras comunes a las distintas lenguas que hablan los pueblos de la selva.

Indígenas Brasileños


Quinientos años de exposición a enfermedades, violencia y desposesión eliminaron a la mayor parte de esta población indígena. Hoy hay unos 350.000 indígenas en Brasil repartidos en más de 200 tribus dispersas por todo el país.
Hablan un gran número de lenguas procedentes de una gran variedad de familias lingüísticas; 110 de las lenguas tribales de Brasil cuentan con menos de 400 hablantes.
Las tribus de Brasil incluyen desde grandes tribus como los guaraní o los yanomami, con decenas de millares de integrantes, hasta los akuntsu y los kanoê, con tan sólo unas pocas docenas.

¿Cómo viven?

Los pueblos indígenas de Brasil viven en una enorme diversidad de medios naturales: selvas tropicales, praderas, monte bajo y semi-desierto. Poseen formas de vida muy dispares.
Su experiencia de contacto con los invasores europeos y sus descendientes también varía mucho. Algunos, como los guaraníes que viven en el Sur en un clima muy seco, han tenido contacto con los blancos durante más de 500 años; otros se han encontrado con ellos mucho más recientemente y hay algunas tribus que, de hecho, no han sido contactadas.
La mayor parte de los pueblos indígenas no contactados, probablemente más de 50, vive en Brasil. La mayoría tiene un modo de vida que combina la caza, la recolección y el cultivo de plantas para alimentarse, hacer medicinas y construir objetos de uso cotidiano.
Probablemente sólo los awá y los makú, no contactados, sean completamente nómadas y vivan enteramente de la caza y la recolección en la Amazonia.

¿A qué problemas se enfrentan?

En los 500 años desde que los europeos llegaran a Brasil, los pueblos indígenas de este país han vivido un genocidio a gran escala y la pérdida de gran parte de su tierra.
Actualmente, su tierra aún es usurpada por haciendas o proyectos industriales, o invadida por mineros y colonos. Todavía hoy mueren asesinados, ya sea por enfermedades contraídas a raíz de la invasión de sus tierras, por inanición cuando se les expulsa de sus territorios de caza o por pistoleros a sueldo contratados por los terratenientes para mantener alejados a los indígenas.
En Brasil persiste un racismo endémico hacia los indígenas que permite que todo esto continúe (incluso la Ley aún los considera menores de edad). Lo más importante para los pueblos indígenas de Brasil es el control de sus tierras; Brasil es uno de los dos únicos países de Sudamérica que no reconoce la propiedad territorial indígena.
Si las tribus de Brasil fueran reconocidas como propietarias legales de sus tierras, esto les daría alguna protección real contra los individuos y empresas que las usurpan y destruyen su modo de vida y, a menudo, acaban con ellos.

Día de Muertos.


El Día de Muertos es una celebración mexicana de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de noviembre, comienza el 1 de noviembre, y coincide con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos.

Es una festividad mexicana, que se celebra también en algunos países de América Central, así como en muchas comunidades de los Estados Unidos, donde existe una gran población mexicana y centroamericana. La Unesco ha declarado la festividad mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El Día de Muertos es un día festejado también en el Brasil, como Día dos Finados, aunque esta festividad no tiene las mismas raíces prehispánicas que la festividad mexicana.

Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace tres mil años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.

El festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y se celebraba durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la "Dama de la Muerte" (actualmente relacionada con "la Catrina) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.

La muerte es un símbolo emblemático que ha causado admiración, temor e incertidumbre al ser humano a través de la historia. Por muchos años, en diversas culturas se han generado creencias en torno a la muerte que han logrado desarrollar toda una serie de ritos y tradiciones ya sea para venerarla, honrarla, espantarla e incluso para burlarse de ella. México es un país rico en cultura y tradiciones; uno de los principales aspectos que conforman su identidad como nación es la concepción que se tiene sobre la muerte y todas las tradiciones y creencias que giran en torno a ella.

De cualquier modo, hay que destacar que esta celebración no es propia de todos los mexicanos puesto que, pese a ser una fiesta que se ha convertido en un símbolo nacional y que como tal es enseñada (con fines educativos) en las escuelas del país, existen muchas familias que son más apegadas a celebrar el “Día de todos los Santos” como lo hacen en otros países católicos. Además, cabe mencionar la fuerte influencia de los Estados Unidos que, al menos en zonas fronterizas, se evidencia con la presencia de la fiesta conocida como Halloween, la cual se celebra cada año con más frecuencia y en un mayor número de hogares. De ahí también que exista una inquietud entre los propios mexicanos de querer preservar el Día de Muertos como parte de la cultura mexicana sobre otras celebraciones parecidas.

La Guelaguetza


La Guelaguetza constituye un acontecimiento en el que participa todo el pueblo, sin distinción de estatus social.

Al parecer, esta fiestas tiene su origen en la época colonial y están relacionadas con la llamada fiesta de Corpus de la Iglesia del Carmen Alto, templo que las Carmelitas construyeron en las faldas de un cerro al que los zapotecas habían llamado de la Bella Vista, y se celebraba el domingo siguiente al 16 de julio y se repetía ocho días después en la llamada "octava".

A estas festividades, pronto se agrego el entusiasmo de los indígenas residentes en los pueblos que circundaban la ciudad, particularmente los de "Guaxaca", que era la capital del Marquesado del Valle concedido a Hernán Cortés por el rey de España, y el Xochimilco, que había sido fundado en 1521, por órdenes del propio Hernán Cortés, al norte de la mencionada ciudad. Ellos, mantenían sus propias tradiciones, segun las cuáles, celebraban una festividad dedicada a Centéotl, diosa del maíz tierno o elote, a quin hacían grandes honores y ofrendas.

La inevitable interrelación entre los grupos y el empeño de los evangelizadores para hacer aceptable la imposición de los ritos católicos, hizo posible el fomento de un culto en el que se incorporaron elementos de la tradición indígena, haciendo más festivos y espectaculares los actos litúrgicos externos, desde el momento en que indios, negros y españoles empezaron a convivir más intensamente.

Guelaguetza

Guelaguetza es una palabra zapoteca que denota el acto de participar cooperando; es un don gratuito que no lleva consigo más obligación que la de la reciprocidad.

La Guelaguetza de los Lunes del Cerro se expresa en la ofrenda a la Ciudad de Oaxaca que hacen grupos representativos de las ocho regiones tradicionales:

Los Valles Centrales

La Sierra Juárez (Norte)

La Cañada

Tuxtepec

La Mixteca

La Costa

La Sierra Sur

y el Istmo de Tehuantepec

Danza del Venado


Una de las danzas representativas del Estado de Sonora y del Estado de Sinaloa, México, y que ha caracterizado a esta región a través de los años, es la Danza del Venado, llamada también Mazoyiwua.

Cuántas veces hemos tenido la oportunidad de observar en algún evento cívico, bailables escolares, desfiles, ferias, eventos culturales, etc., la representación de la Danza del Venado,

Se trata de una Danza Indígena, la cual se le atribuye a la Cultura Yaqui, a los que podemos encontrar en el Sur del Estado de Sonora y en el Norte del Estado de Sinaloa

"La danza del Venado es una tradición religiosa y la parte más importante del folklore de los yaquis; es una acción sociocultural, que cuando se observa revive el sentimiento del pasado histórico de los yaquis; es una dramática representación con colorido y fuerza plástica de gran estética y es algo característico del Estado de Sonora y del Estado de Sinaloa"

La Tambora Sinaloense



La música de Tambora es parte importante del folklore de Sinaloa, es el eje fundamental de nuestra cultura musical y la llave que nos ha permitido llevar a otros estados del país y a algunos países del extranjero.

Es pegajosa, agradable y adaptable a diferentes estructuras musicales, cuenta con ese algo especial que la hace ser muy diferente a otras bandas, inclusive entre las diferentes zonas del estado contienen diferencias de estilo que en lugar de limitarla la engrandecen y así encontramos que hay diferencias en cuanto a la forma de tocar de acuerdo a las diferentes zonas de nuestro estado, que proyectan la esencia de las comunidades que le han dado origen.

El numero de integrantes que se necesita para formar una Tambora, oscila entre los 14 y 20 elementos, mismos que tocan instrumentos como: trompetas, trombones, clarinetes, tuba, tambora, bajo, tarola y


Este monumento se planto como un merecido homenaje al creador de la espectacular e incomparable “Madre de todas las Bandas", “Banda el Recodo”, Don Cruz se caracterizo por ser impulsor de artistas, innovador de un estilo incomparable, y gran promotor de la música Sinaloense.
los platillos, en su mayoría se le ha introducido vocalistas y un mayor numero de instrumentos bases y nuevas percusiones, con la intención de darle mas fuerza musical a sus interpretaciones.

Este Monumento puede ser admirado al final de la Avenida que lleva su nombre: Av. Don Cruz Lizarraga, a un costado del Acuario Mazatlán.


El Clavadista


La Glorieta Rodolfo Sánchez Taboada o también conocida como el Clavadista, se localiza en el “Paseo Claussen”, llamado así en honor al alemán Jorge Claussen, empresario visionario que vivió en en el Puerto de Mazatlán por muchos años, y fue quien ideó los miradores y diseñó un tramo de este paseo que hoy lleva su nombre, en sus alrededores se pueden apreciar importantes monumentos.
Sin pretender copiar a los famosos clavadistas de otros puertos de México los lugareños ofrecen aquí un espectáculo maravilloso al realizar sus audaces clavados en este peligroso lugar. Se puede disfrutar tanto de día como de noche.

Ulama

Una de estas tradiciones que se han conservado es el juego de pelota prehispanico que se practica en el Municipio de Mazatlán y se le conoce como el "Juego de la Ulama".

El juego de la Ulama era considerado por los indios como el enfrentamiento de dos fuerzas opuestas de la que una de ellas tendría que emerger triunfante, la agotante lucha entre la vida y la muerte, el valor y la cobardía o la constante y seductora rivalidad entre la noche y el día serian solo algunos ejemplos de esta pelea continua.

Algunos naturales Españoles impresionados por la brusquedad que implicaba practicar este juego y la pasión que llegaba a causar entre los contendientes y espectadores, ya que inclusive al equipo perdedor se le llegaba sacrificar, lo llegaron a considerar algo aberrante y de raíces diabólicas.

Este misticismo pagano con el que nuestros ancestros indígenas solían practicar este juego, ese arrojo espiritual y devoción profana que se le impregnaba, fueron las causantes de que en el año de 1585 las altas autoridades eclesiásticas españolas solicitaran a sus Misioneros que se abocaran con la ayuda de los Gobernantes Virreinales, a prohibir está costumbre que ellos consideraban insolente, salvaje e inmoral.

El juego de la Ulama en la modalidad de antebrazo se juega en los Municipios de Angostura, Guasave Ahome Guamuchil, Sinaloa de Leyva y el de cadera es muy popular en el Sur del Estado en los Municipios de Mazatlán, El Rosario y Concordia.

Las poblaciones del Municipio de Mazatlán en el que se practica el juego son: El Quelite, El Habal, La Mora Escarbada, Los Llanitos, La Palma Sola, Puerto de Canoas; Potrero de Carrasco y Villa Unión. Lugares en los que se acostumbra organizar en las fechas de sus festividades religiosas encuentros amistosos en los que participan equipos de diferentes poblados.


Carnaval de Mazatlán


En Mazatlán, Sinaloa, según una popular expresión, “el tiempo se mide entre un Carnaval y otro”. Y el dicho en este caso, es un hecho, luego de que las fiestas carnestolendas son las más esperadas del Puerto, ya que constituyen una tradición centenaria que se renueva todos los años al ser transmitida y alimentada de generación en generación.

Considerado como el tercero en importancia a nivel mundial, al celebrarse oficialmente desde 1898, el Carnaval de Mazatlán ofrece al visitante y al mazatleco, una semana de fiesta en grande, acompañados, por supuesto, del son de “la tambora”.

Cada año antes del periodo del inicio Semana Santa- la ciudad se prepara para disfrutar de su máximo evento: el Carnaval -uno de los más famosos en México- donde el hastío no está permitido, motivo por el cual el segundo día de actividades se procede a la Quema del Mal Humor.

El Carnaval de Mazatlán es único por varios motivos, ya que en éste se conjuga la belleza de sus reinas, la diversión y el esplendor de los espectáculos, con la inteligencia y el refinamiento del arte y la cultura.

Cada año el Carnaval atrae a miles de personas, muchas de ellas mazatlecos radicados en otros estados, que regresan a la tierra que los vio nacer a festejar esta tradición, mientras que los que viven en diversos puntos de la entidad, cierran sus negocios o establecimientos para darse unos días de vacaciones, a fin de poder disfrutar de esta fiesta “hasta que el cuerpo aguante”.


Antecedentes

El primer desfile se realizó en 1898, de acuerdo a lo que se tiene registrado, y consistió en una procesión de carruajes y bicicletas adornadas, iniciado un martes en punto de las tres de la tarde. Desde ese día a la fecha, los desfiles han venido evolucionando, al pasar de carretas adornadas para convertirse en llamativos carros con refinados diseños; situación que surgió a partir de un concurso donde se premiaba al mejor adornado. Con los vehículos motorizados, se renovó la imagen de los desfiles que se realizaban en el Centro de la ciudad, para dar paso a camiones ocultos en complicadas armazones que servían de base para la realización de obras artesanales de gran belleza.

En los cincuentas, el Desfile cobró nuevos aires, pues ya se montaban sobre plataformas de grandes camiones las alegorías rodantes; en esta época se introducen nuevas técnicas y se perfeccionan figuras con movimiento.

En 1956 se inauguró la nueva ruta del desfile, co

n el recién estrenado pavimento de las avenidas costeras de Olas Altas y Paseo Claussen, mientras que la iluminación en los carros se adicionó en 1992, cuando se celebró el primer desfile nocturno.